¿Por qué lloramos al cortar cebollas? Explicación científica
Introducción
Seguramente te ha pasado que al cortar cebollas empiezas a llorar sin poder evitarlo. Este fenómeno es muy común y tiene una explicación científica detrás. En este artículo vamos a explorar por qué lloramos al cortar cebollas y qué ocurre en nuestro cuerpo para que esto suceda.
¿Qué sustancia causa el llanto al cortar cebollas?
La culpable de que lloremos al cortar cebollas es una sustancia llamada sulfóxido de tiopropanal. Cuando cortamos la cebolla, las células de la misma liberan esta sustancia, la cual reacciona con las enzimas presentes en la cebolla y produce ácido sulfénico. Este ácido, a su vez, se convierte en gas sulfúrico, el cual irrita los ojos y provoca el llanto.
¿Por qué reaccionamos llorando al gas sulfúrico?
Nuestros ojos tienen un mecanismo de defensa que consiste en producir lágrimas para protegerse de cualquier agente irritante. Cuando el gas sulfúrico proveniente de la cebolla entra en contacto con nuestros ojos, estos reaccionan produciendo lágrimas para diluir y expulsar la sustancia irritante. Es por eso que lloramos al cortar cebollas, como una forma de protección natural de nuestros ojos.
¿Hay alguna forma de evitar el llanto al cortar cebollas?
Aunque no se puede evitar por completo el llanto al cortar cebollas, existen algunos trucos que pueden ayudar a reducir esta reacción. Uno de ellos es cortar la cebolla bajo agua corriente, lo cual ayuda a disminuir la liberación de gas sulfúrico. También se puede intentar refrigerar la cebolla antes de cortarla, ya que el frío puede ralentizar la reacción química que produce el gas irritante.
Conclusión
En resumen, lloramos al cortar cebollas debido a la liberación de sulfóxido de tiopropanal y la posterior formación de gas sulfúrico, el cual irrita nuestros ojos y provoca el llanto como mecanismo de defensa. Aunque no se puede evitar completamente este fenómeno, existen trucos que pueden ayudar a reducir la reacción. La próxima vez que cortes cebollas, recuerda estos consejos y ¡no dejes que las lágrimas te detengan!